Por Dr. Bill McKinney, director ejecutivo
Hay una versión de este ensayo publicada originalmente en The Philadelphia Inquirer.
Todas las mañanas, al salir de mi casa, me aseguro de tener el medicamento de reversión de sobredosis Narcan en mi bolsillo.
Mientras camino las dos cuadras que me separan de la oficina de New Kensington Community Development Corp., y repaso lo que será mi día en el vecindario, soy totalmente consciente de que, tal vez, me necesiten para ayudar a alguien que atraviesa una crisis de salud mental o para intervenir en caso de que alguien sea víctima de un delito. Por lo general, mi día termina de la misma manera que para otros tantos residentes cansados: en reuniones comunitarias en las que se nos informan los más recientes y destacados planes para mejorar nuestra calidad de vida.
Kensington, al igual que otros vecindarios despojados de la ciudad, está compuesto por residentes destacados y dedicados que destinan su tiempo para que el vecindario sea más seguro y esté más limpio. No obstante, no dejo de sorprenderme al detenerme y pensar en el gran nivel de responsabilidad que se deposita sobre los residentes de Kensington. Se nos persuade para que oficiemos de trabajadores de la sanidad y dediquemos nuestros fines de semana a limpiar los desastres que no generamos, pero que, al hacerlo, nos permite caminar por nuestras calles o usar nuestros parques. Se nos piden esfuerzos conjuntos como vigilantes de la ciudad para oficiar como organismos de cumplimiento de la ley. Llevamos Narcan. Se nos capacita sobre prácticas orientadas a situaciones traumáticas y primeros auxilios en salud mental. Se espera que demostremos entusiasmo por los avances de la comunidad en las reuniones con instituciones y organizaciones que han descubierto soluciones para los desafíos que se presentan en nuestra comunidad. Sin embargo, por lo general, ninguna de ellas aborda las causas de origen de los problemas de la región (por ejemplo, pobreza, falta de vivienda digna, o educación deficiente) que afectan en particular a Kensington.
Sorprende aún más que, después de que se nos pide oficiar de trabajadores de la sanidad, de organismos de cumplimiento de la ley, de paramédicos y expertos en salud mental, no se incluya a los residentes en las decisiones sobre planificación estratégica, manejo del dinero ni asignación de otros recursos.
Una escalera de participación comunitaria
Si la participación comunitaria fuese una escalera que todos trepamos constantemente, estos serían los peldaños: En la parte inferior, se encuentran la coerción y la manipulación (no participación). En el medio, hay información, consultas, y apaciguamiento (participación controlada). Y en los peldaños superiores, se encuentran el diseño conjunto, la producción conjunta y el control de ciudadanos (poder real de los ciudadanos). En Kensington, suele suceder que los residentes se encuentren en los primeros peldaños de la escalera.
Con el correr de las décadas, las decisiones que se han tomado para Kensington han sido exitosas a nivel político, económico y profesional para quienes las tomaron, pero no han significado mejoras duraderas en las vidas de los residentes de Kensington. Por ejemplo, a comienzos de 2017, la Ciudad de Filadelfia cerró varios campamentos de personas sin hogar ubicados en los senderos de Conrail que se extienden en el extremo sur de Kensington. Según la ciudad, los investigadores descubrieron que los “campamentos permanecen cerrados, lo que significa un éxito para el programa piloto.” En 2018, la Junta de Zonificación aprobó nuevos hogares unifamiliares por $369 000, que ahora se venden en esos senderos. Sin embargo, al mismo tiempo, la cantidad de personas sin hogar y con sobredosis por drogas en Kensington ha aumentado exponencialmente. Además de ese sufrimiento pronunciado, muchos de los residentes de Kensington también se sienten mucho menos seguros ahora que antes de que la Ciudad implementara algún tipo de acción.
Los líderes de nuestra Ciudad deberían impulsar un cambio sostenible y resultados que sean relevantes para quienes viven allí.
Si los líderes pudiesen valorar y compartir el poder con los residentes de una manera significativa, podrían aprovechar no solo el vasto conocimiento de la comunidad, sino la pericia que ha acumulado la comunidad tras años de experiencia directa. Por ejemplo, en marzo de 2021, SEPTA cerró repentinamente la parada de Somerset El para efectuar reparaciones, aunque no tiene previsto volver a abrir. En respuesta, los residentes locales, las asociaciones civiles, las organizaciones sin fines de lucro y los miembros del Consejo de la Ciudad se reunieron con SEPTA y marcharon en solidaridad con los trabajadores de SEPTA para protestar por las condiciones de inseguridad que permitieron se extiendiera por Kensington Avenue, y por la deficiente planificación por parte de SEPTA, que generó otra carga para los residentes que tan solo querían ir a la escuela o al trabajo. Debido a esta acción conjunta, SEPTA halló la manera de volver a abrir la estación dos semanas más tarde, mientras continuaban las reparaciones.
Cuando se presentan respuestas a problemas complejos de manera colaborativa y las implementan las personas que más tienen en juego, se obtienen soluciones sostenibles a largo plazo.
Todos deben esforzarse por hacerlo mejor
Sé lo difícil que es desarrollar marcos de trabajo realmente participativos, en especial, al intentar resolver problemas intrincados, como pobreza, inestabilidad en la vivienda, violencia con armas relacionada con la economía de las drogas ilegales, el descarte de escombros de construcción o propiedades abandonadas sostenidas por especuladores ausentes de bienes raíces. Nadie tiene la experiencia suficiente para ocupar todos los puestos. Sin embargo, en un vecindario como Kensington, se necesita de la inversión de todos. Tengo suerte de que los líderes de la Ciudad suelan consultarme por mi título y afiliación. Si no fuese así, probablemente me tratarían como a la mayoría de los residentes: un tipo extraño de la cuadra que lleva consigo Narcan, que se presenta a limpiar el parque de juegos y a quien se le puede preguntar sobre los programas de la Ciudad.
Para resolver los problemas que aquejan a Kensington, todos (políticos, líderes de organizaciones sin fines de lucro, funcionarios de la Ciudad, líderes cívicos, residentes y yo mismo) debemos hacerlo mejor. Podemos comenzar por:
- reflexionar sobre nuestra función para mantener el status quo y estar abiertos al cambio;
- ver las comunidades como activos, y no como pérdidas;
- permitir que las comunidades asuman el control sobre todo aquello que funciona bien para ellas;
- ser más explícitos en nuestros objetivos para dejar en claro que la participación comunitaria no termina con la planificación, sino que incluye evaluaciones e implementaciones lideradas por la comunidad.
El futuro de Kensington radica en aprovechar la abundancia de creatividad, la experiencia y la determinación en toda Filadelfia, en lugar de imponer soluciones para quienes viven allí. Juntos, podemos generar un cambio sostenible.